LA UNIDAD EN LA DIVERSIDAD» LA TOLERANCIA DOGMÁTICA
Una AFRENTA a N.S. JESUCRISTO
Desde Francia recibimos y publicamos
He extraído de Précis de Théolgie dogmatique de Bernartd Bartmann vol. II pág. 168 [en italiano Manuale di teología dogmatica vol. II pp. 403-404], muy celebrado en los años 1948-49-50 etc. en el Seminario Mayor de Bordeaux, del que fui alumno, el siguiente pasaje, que confirma vuestras afirmaciones:
Objeciones. Los adversarios se inspiran en el Discurso de la Montaña y sobre todo en las Ocho bienaventuranzas en las que la vida eterna es prometida a las obras morales, sin que se requiera la pertenencia a la Iglesia. Pero Cristo no lo ha dicho todo de una vez solamente. En el Sermón de la Montaña trata sobre todo el aspecto espiritual del Reino de los Cielos. Al fin y al cabo, en este circunstancia también el Señor se fija en la actividad de los Apóstoles, y a ellos les revela la importancia que para el mundo tendrá su renovación moral, designándolos como “la sal de la tierra” y “la luz del mundo” (Mt. 5. 13 ss.).
A la Iglesia, “fuera de la cual no hay salvación”, se le reprocha la falta de caridad y de tolerancia. Sin embargo no falta caridad en cuanto se enseña: que Cristo ha fundado una única Iglesia y quiere que esté abierta a todos los hombres para que, por su medio, todos alcancen la salvación; que alimentamos la más completa confianza sobre la posibilidad de salvación de todos, mientras nos abstenernos de comentar sobre su realización.
En cuanto a la tolerancia, nuestros teólogos suelen distinguir entre tolerancia dogmática y tolerancia civil, definiendo la primera como digna de condena, y la segunda como obligatoria [lógicamente, si así lo piden las circunstancias, para evitar un mal mayor u obtener un provecho, n.d.r.]. La tolerancia dogmática sería una afrenta al pensamiento del mismo Jesucristo, que no solamente nunca habló de ella, sino que incluso llegó a morir por su Evangelio. Si Cristo hubiese sido tolerante en materia religiosa, su vida no habría tenido el mismo final; tampoco le habría profetizado a sus; discípulos las persecuciones y la muerte como recompensa para su predicación.
Cristo es intolerante con los Fariseos tanto era la doctrina moral (Sinópticos) como en la doctrina de la fe (San Juan). San Pablo es intransigente contra los judaizantes y los instigadores de herejías; en cambio con aquellos que han errado o que fueron engañados, es tolerante mientras tenga esperanzas de convertirlos.
La Iglesia, que, fundada por Cristo, continúa su obra de salvación, no tiene el derecho de mostrar una tolerancia dogmática. No tiene sino un derecho, el de predicar en todo el mundo la verdad que se le confió” [cursivas originales del texto, negrita del lector, n.d.r.] En mi vida sacerdotal ha podido constatar que, entonces, había aprendido la pura verdad, y siempre permanecí junto a ella sin quitarle nada, ni la más mínima iota. Le ruego a la Santísima Trinidad os bendiga. Carta firmada por un Sacerdote.
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